jueves, 21 de agosto de 2008

LA HUMILDAD

INTERVALO CUATRO. La Humildad del libro VISIONES

de Hector Alvarez Paredes.


La humildad ¿qué es? ¿ porqué es necesaria? ¿para qué sirve?. Te has dado cuenta como los niños admiran a los mayores, cómo los observan, los estudian, reconocen tal vez que han vivido más y sienten que pueden aprender de ellos. Los admiran deseando ser como ellos. Copian sus actos y sus destrezas. Esta admiración no termina en la adultez, siempre deseamos poseer cualidades que admiramos en otros seres humanos. Ya sea la fortaleza, el valor, la inteligencia, la perseverancia, según como la persona vaya creciendo y su imagen de virtud se forme, serán sus deseos de obtener esas cualidades.

Cuando no logramos poseerlas nos mortificamos y tratamos de aparentarlas, con mucho éxito algunos. Esto sería “bueno” si solamente se adoptaran las cosas constructivas, pero la realidad es que lamentablemente también copiamos los errores. En ocasiones observamos personas bien sensibles escondidas tras un disfraz de fortaleza implacable. Si las conocemos bien nos damos cuenta que son totalmente vulnerables a emociones hermosas y que son compasivos. Les es más cómodo aparentar ser así, como un camuflaje para protegerse. Ser sensible en nuestro mundo es signo de debilidad, hacemos un icono de la frase “sólo el más fuerte sobrevive” y pretendemos ser insensibles, fuertes e inquebrantables. Queremos sobrevivir en un mundo duro y peligroso.

Le preguntamos a los niños, como una gracia ¿qué tú vas a ser cuando seas grande? Aunque debería ser ¿quién vas a ser?. Crecemos buscando ser como un reflejo ajeno, ya sea un artista, un deportista, el padre, la madre, un hermano, en fin alguien a quien admiremos, que pensemos haya tenido gran éxito. Esta tarea es imposible si deseamos ser auténticos. Nuestra meta debería ser, ser quien somos verdaderamente y mejorar en ese marco de la propia personalidad, no una copia de otro ser humano porque somos únicos. Somos combinaciones únicas de los mismos elementos. Como los copos de nieve, son la misma sustancia pero todos tienen deferentes formas, así somos los seres humanos.

Cuando decimos yo soy una persona humilde, en ese preciso momento dejamos de serlo, porque estamos alardeando de una cualidad que es una verdadera virtud. No se puede ser humilde esforzándose por serlo, es algo que no se puede copiar, no se puede escoger. No es una actitud que se pueda adoptar, es más bien aprendizaje.

Yo soy bien vanidoso, mi vanidad es la vida misma, mi condición humana, no me da ninguna vergüenza admitirlo. Me gusta que me admiren, que me reconozcan, que me vean. En la medida que identifique la vanidad que hay en mí la iré tornando en humildad. Si alguien me dice, te felicito por tu humildad, yo le diría encuentra tu vanidad porque ella es la materia prima para edificarla.

Siempre habrá de esa materia prima en unos más que en otros o por lo menos algunos la demuestran menos que otros. La vemos en la arrogancia, la soberbia, el cinismo, en el lujo y la opulencia, todos tenemos de ella. Incluso cuando decimos yo soy una persona humilde, porque al aseverarlo ya estamos atribuyéndonos la virtud más difícil de lograr para el ser humano. La humildad es someterse al deseo de reconocimiento, es trabajar por el bien común sin esperar nada. Bien decía el predicador “vanidad de vanidades todo es vanidad.”

¿Como tornar esta vanidad en humildad? ¿Cómo trabajar con ella usándola como medio para transformarla? Les voy a decir en donde se equivoco el predicador. Hay algo que no contiene vanidad alguna y que es la herramienta y el tema principal de este poemario, es el AMOR. El verdadero amor del que se habla en Corintios, “el amor no se envanece, nunca deja de ser.” La vanidad, es algo vano, algo vacío, falto de todo valor, inútil, efímero. Muchas veces cometemos el error inconciente de afirmar, estoy orgulloso de mi familia, estoy orgulloso de mi trabajo, de mi casa, etc. Esto no lo hacemos pensando en la vanidad que encierran estas afirmaciones. La realidad es que el significado de “orgullo” en el diccionario no es muy virtuoso, si lo estudiamos nos damos cuenta que deberíamos usar otro término para expresar lo que sentimos. Dice el diccionario con respecto al orgullo, “exceso de autoestima que se puede volver arrogancia, que se disculpa cuando éste es producido por nobles ideales.” En la medida que identifiquemos nuestro ego y lo vayamos cambiando en compasión, en entendimiento en tolerancia, entonces ni la vanidad sería inútil. Porque serviría para lograr un mundo mejor, un mundo donde las miradas estén vacías de prejuicios y comparaciones que solo roban el tiempo que podemos invertir para hacer el bien sin mirar a quien.

De todo lo que he leído en mi vida lo más hermoso es lo que voy a compartir con ustedes a continuación.

1 CORINTIOS 13

1 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o cimbalo que retiñe.

2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.

3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.

4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;

5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;

6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.

7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

8 El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.

9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;

10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.

11 Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, deje lo que era de niño.

12 Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.

13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

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