jueves, 21 de agosto de 2008

Despertar


INTERVALO DOS. Tiempo de despertar.



A lo largo de la lectura de este libro vas a encontrar palabras que se repiten. Palabras que tal vez te parezcan gastadas, tal vez las hayas escuchado antes en innumerables ocasiones. La verdad es que el lenguaje limita para explicar lo que sólo se puede comprender en el silencio, el lenguaje que sea. Habrás encontrado mucho palabras como Luz, Vida, Amor con mayúscula, son formas de llamarle a la Existencia, algo que solamente es, más allá de significado alguno.

Solemos imaginar al Creador como un anciano de barbas largas en su trono de oro y rodeado de ángeles flotando en las nubes, como en un cuadro renacentista. Esta idea preconcebida es la manera en que nos lo han descrito, nos lo han pintado de esa forma. Dios es todo, no tiene forma específica. También nos dijeron que está en todas partes, pues no se asusten, más bien cálmense, porque no estamos solos nunca cuando entendemos esto, creámoslo o no da igual El está en todas partes.

Nos dejó hacer lo que queramos y formamos berrinches continuamente por nuestros caprichos. EL nos observa, nos conoce, nos hace. Aquel que tiene hijos los observa equivocarse una y otra vez, en ocasiones hasta nos da gracia sus ocurrencias. Tenemos muchas veces que esperar que escarmienten por su propia experiencia para entonces poder ayudarlos, de la misma forma es EL con todos nosotros. Conoce cada pensamiento y cada rincón de nuestro ser. Incluso nos habla en lo más profundo de la conciencia.

Les digo guarden silencio para que puedan escuchar. La mayoría de nosotros no sabemos guardar silencio. Creemos que es no emitir sonidos y sí, esa es una parte del silencio, pero hay uno más allá. Es el silencio del pensamiento del lenguaje el que más difícil se nos hace lograr. Nuestra mente no quiere descansar, ésta encapricha con traducir, explicar, criticar y pasar juicio por todo lo que llegue a ella. No nos deja ni un momento. Según algunas religiones dicen que en ella es donde se aloja el parásito del mal y la ignorancia. Creemos que somos, pero es ella en nuestro lugar. Traduce, calcula, juzga, se enfada, incluso, “ama” por nosotros.

Al llegar a la casa lo primero que hacemos es poner la televisión. La necesidad de escuchar palabras que la mente pueda procesar, nos distrae más que el silencio. Fíjense si les digo lo correcto, el lenguaje son símbolos, que significan pensamientos que pueden ser audibles, escritos o imaginarios al razonarlos para emitirlos, estos pensamientos nacen en nuestra mente, usamos el lenguaje para comunicárselos a otras personas. ¿No deberíamos ser capaces de tener telepatía aunque fuera en nuestras propias mentes? Es decir, el pensamiento está ahí, ya no tiene que ir a ningún sitio. No tenemos que traducirlos al lenguaje, cosas como “me voy a sentar”, o “tengo hambre”, “tengo que hacer esto o aquello”, comentarnos “qué hermoso día” resulta absurdo puesto que el que está en esa apreciación es uno mismo, bastaría con apreciarlo y ya. Pensamos en palabras para entendernos a nosotros mismos, verbalizamos todos nuestros actos como un comando que practica para dictador y no somos nosotros mismos.
Lograr silenciar esta charla continua que tiene el pensamiento, ese es el silencio del que yo les hablo. Detrás del lenguaje de la mente hay uno mucho más calmado y más propio del ser espiritual.
Despertar se trata de entender sin palabras, sin fronteras, sin atosigar nuestra mente con símbolos. Es la completa percepción del cosmos entero sin una sola palabra. El silencio de entender sin tener nada que debatir.

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